jueves, 7 de marzo de 2013

LA MAMÁ OCA Y DIARIO DE UNA MAMÁ PEDIATRA, UNOS BLOGS PARA PAPÁS

 Hoy la seño ha querido hacer una entrada algo diferente a las que hace habitualmente donde siempre asoman nuestras caritas (preciosas, por cierto) realizando infinidad de actividades.

En muchas ocasiones vosotr@s papás y mamás le pedís consejos a la seño apelando a su experiencia con nosotr@s los peques.  Y es cierto que la seño algo de eso tiene, son ya bastantes años los que lleva trabajando con niñ@s como nosotr@s y muchas las experiencia que ha vivido , pero como a vosotr@s también le asaltan las dudas de si acierta en todos los consejos que pueda dar, si se ha quedado corta o ha servido de ayuda.La educación no es una ciencia exacta pero si un terreno en constante investigación, divulgación  y tema de preocupación.

La seño, trasteando entre los muchos blogs que visita, encontró varios que le parecieron muy interesantes, uno por venir  precisamente de la mano de una comunidad de padres cuyo lema es " educar a seres humanos felices" y como dicen en su blog dar respuesta a más de una de las preguntas que los papás y mamás os hacéis.El otro, por venir de la mano de una mamá pediatra,, la salud es un tema que a todos los papás os preocupa.

Si queréis podéis acceder a él a través de este ENLACE para Mamá Oca y en este otro ENLACE  de Diario de una mamá pediatra

Como muestra la seño os deja aquí un par de entradas aunque son muchos y variados los temas que tratan incluso algunos temas están clasificados por edades o por temas.

MUESTRAS DE UNA DOS ENTRADAS DEL BLOG MAMÁ OCA 

   3 simples maneras de enseñarles a tus hijos paciencia (y así evitar berrinches)

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Imagina a una madre francesa, sentada en un parque, leyendo un libro. Su hijo de cinco años juega con otros niños. Él viene corriendo y le dice a su madre “mamá, discúlpame”, y espera paciente hasta que su mamá termina de leer el párrafo en el que está. Luego ella lentamente baja el libro y le pregunta qué desea. El niño le dice que tiene hambre, así que su madre le recuerda que en 45 minutos es la hora del lonche y que tiene que esperar. Entonces el niño asienta, y se va corriendo a jugar en los columpios, mientras su madre sigue leyendo. Sin dramas, sin llanto, sin rebuscar en la cartera de la mamá por unas galletas.
¿Esto sucede? ¿Un niño de 5 años puede ser así de paciente? De acuerdo a Pamela Druckerman, esto es lo normal en Francia. Ella es autora del libro ‘Bringing Up Bébé: One American Mother Discovers the Wisdom of French Parenting (Criando al bebé: Una madre americana descubre la sabiduría de los padres franceses), y cuando pasó una temporada en el país europeo descubrió que los niños allá eran más pacientes que en el continente americano y hacían menos rabietas.
Ella compartió 3 formas de fomentar la paciencia en los niños en el diario Huffington Post, y así evitar pataletas. Aquí están y son muy fáciles de poner en práctica:
1. Dale a tus hijos muchas oportunidades para practicar la espera
El secreto de la paciencia no es esperar a que tu hijo mágicamente se quede quieto y en silencio. Los especialistas han descubierto que los niños se vuelven buenos esperando, una vez que han aprendido a distraerse a sí mismos. Quizá inventen una pequeña canción o se pongan a dibujar, por ejemplo. Esto hace que la espera sea posible. De acuerdo a la autora, los padres franceses ponen esto en práctica. Ellos saben que ni siquiera tienen que enseñarle a un niño a distraerse a si mismo.
Muchas veces en el día, los padres franceses le dicen “attendin” a sus hijos, que significa “espera” en francés. A los niños no les queda otra que distraerse a sí mismos, y así también usan su creatividad. Si los padres en cambio dejaran todo en el mismo instante en el que sus hijos se quejan de aburrimiento o interrumpiesen lo que están haciendo porque el niño quiere jugar, este no va a volverse bueno esperando, sino exigiendo atención inmediata.
2. Trata a tu hijo como si pudiera controlarse a si mismo
Confía en la inteligencia de tu hijo. Espera a que él sea capaz de meter los Legos de nuevo en su caja, después de jugar con ellos. Si tu hijo está tirando cosas en la sala, siéntate en el suelo con él y con mucha paciencia y tranquilidad, dile que debe parar y muéstrale cómo poner las cosas en su lugar otra vez. Cuando bota la comida al suelo, enséñale calmadamente cómo debe mantener la comida en el plato. Esto hazlo con paciencia y cara a cara.
Un experto, de acuerdo a Druckerman, afirmó que “el niño necesita amor y frustración para construirse a sí mismo”. Por ello, cuando le des lecciones a tu hijo, también dale amor, así aprenderá los límites. Él necesita la firmeza y el cariño por partes iguales. Si solo le das amor, se convertirá en un pequeño tirano, al que los franceses conocen como enfant roi, un niño rey.
3. Que tus respuestas sean más lentas
El ritmo de vida francés no es tan acelerado como el ritmo de vida moderno. Si estás ocupado cocinando, y tu hijo te pide que vayas a su cuarto a mirar la increíble estructura que ha creado con rollos de papel higiénico, no corras. Explícale con cariño que irás en unos minutos, cuando termines lo que estás haciendo. En la cena, si uno de tus hijos necesita una servilleta, no corras a buscarla. Tómate tu tiempo o pide que él mismo lo haga. Cuando estás ocupado, explícale a tu hijo de manera cortés lo que estás haciendo y pídele que te espere. Esto no solo hace la vida más calmada, es también una manera de hacerle notar a tu hijo que no es el centro del universo, una lección importante para su felicidad. Un niño que no se da cuenta de eso, y que siente que tiene todos los derechos que quiera, no encontrará razón para madurar.
Sé razonable con el tiempo de espera que le pides a tus hijos. Que sean unos pocos minutos. Frenar las cosas un poco, les hará manejar mejor su aburrimiento. La paciencia es como un músculo, si el niño tiene más oportunidades de estar consigo mismo, sabrá manejar mejor esos momentos de espera

Mi hijo es muy impaciente y exigente. ¿Qué hacer?

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Artículo escrito por Sara Tarrés del blog  Mi mamá es psicóloga infantil
“Agua”, ”Dibujos”, “Luego no, ahora”, …  Estas sencillas frases seguramente les sonaran a más de una madre y algún padre.  Exigente, impaciente, cuando quiere una cosa la quiere ya, así es mi hijo, no sabe esperar e insiste una y otra vez hasta que consigue lo que quiere.
La impaciencia en los niños es algo innato, pero saber esperar es algo que se aprende y, por tanto, podemos y debemos enseñar a nuestros hijos a esperar, a ser pacientes y menos exigentes con los demás.
Es importante que poco a poco eduquemos a nuestros hijos en el “arte de la paciencia”. Un niño impaciente y muy exigente se puede convertir fácilmente en un pequeño tirano que nos intentará tener siempre a sus órdenes.
Un niño al que no se le niega nunca nada, al que le concedemos siempre todo aquello que nos pide de forma inmediata, al que cedemos ante cualquier rabieta o capricho, llegará a pensar que todo gira alrededor de sus deseos y … sin darnos cuenta hemos preparado el caldo de cultivo perfecto para que nuestro niño se convierta en ese pequeño tirano exigente e impaciente. Por tanto no pensemos que todavía es demasiado pequeño, nunca es demasiado pronto para enseñarles que en la vida hay que saber esperar, aunque esto pueda resultar muy frustrante.
¿Cómo enseño a mi hijo a ser paciente? 
En primer lugar debemos revisar nuestras actitudes y conductas, ya que nuestros hijos son esponjas que absorben todo aquello ven a su alrededor, por tanto si nosotros nos mostramos muy exigentes con ellos, no nos ha de extrañar que intenten ser como nosotros.
1. Evitar pedir que nuestro hijo haga las cosa “ya”. Si lo que queremos evitar es que nuestro hijo nos pida las cosas “ya” debemos intentar no actuar nosotros del mismo modo.
2. No premiar la impaciencia. Si cada vez que nuestro hijo nos pide algo se lo concedemos para evitar una de sus rabietas, estamos fomentando la impaciencia y la exigencia, por tanto intentaremos no darle las cosas que nos pide de forma inmediata.
3. Fomentar la paciencia. Elogiar y recompensar cualquier pequeña muestra de paciencia de nuestro hijo. Expresémosle lo contentos que estamos porqué ha sabido esperar.
4. Definirles el concepto de paciencia. Cuando son muy pequeños, los niños, no están familiarizados con este concepto por lo que es conveniente que les vayamos explicando qué es lo que significa. Por ejemplo podemos decirles: “ Que bien, estás siendo muy paciente esperando a que mamá acabe de recoger”. De este modo estamos enseñando a nuestro hijo a saber esperar, a posponer sus deseos, a ser paciente, aunque él todavía no sea consciente de ello.
5. Mantengamos la calma. Cuando nuestro hijo nos monte la rabieta o empiece a protestar porqué no consigue aquello que quiere, debemos recordar que nuestro pequeño está aprendiendo una importante lección: la paciencia. Si demostramos con nuestra actitud que somos pacientes pronto aprenderá a serlo él también.
Y por último y no menos importante, debemos asegurarnos que nuestro hijo entiende que no es su insistencia lo que permite satisfacer sus deseos. Es decir, aunque se pase todo el tiempo insistiendo y protestando o lloriqueando, debemos hacerle saber que cuando vayamos a hacer aquello que exigía lo hacemos porqué hemos terminado de hacer lo que estábamos haciendo y no porqué estuviera reclamando todo el rato.Fuentes consultadas:
Disciplina sin gritos ni bofetadas. Jerry Wyckoff – Barbara C. Unell.
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  MUESTRA DE UNA DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DIARIO DE UNA MAMÁ PEDIATRA

El niño con talla baja

Cuando hablaba estos días de percentiles y veo los comentarios, me doy cuenta de que la angustia empieza en muchas familias en los percentiles bajos. Sin embargo talla y peso difieren en su valoración. La talla baja angustia, sin embargo raramente preocupará la talla alta. En cuanto al peso, las preocupaciones están en la parte baja de la tabla y también en la alta. Aunque durante la infancia será predominante el sentimiento de culpa y de angustia por un peso bajo en los niños, que por un peso alto, que es la auténtica plaga del siglo XXI: la obesidad. 
Un crecimiento normal es sinónimo de buen desarrollo y suele consituir un buen indicador de estado saludable en líneas generales. Y eso tanto en el entorno profesional como en el seno de las familias y de la sociedad. 
Los pediatras y los endocrinólogos reciben con frecuencia consultas en las que el motivo para consultar es una supuesta talla baja del niño o de la niña. La realidad es que hay alteraciones del crecimiento que pueden originar que los niños no crezcan de forma adecuada. Identificar algunas entidades es de gran interés, porque establecer un tratamiento adecuado mejora indiscutiblemente la talla final. No obstante, si dividimos por tipos la talla baja, nos encontramos que un 20% están originadas por enfermedades o problemas que pueden requerir otras exploraciones y tratamientos -y a los que no me referiré hoy-, mientras que el 80% de las tallas bajas son variantes de la normalidad.
Las variantes normales de crecimiento que originan tallas bajas en los niños son básicamente dos:
  • La talla baja familiar: Hay familias de bajitos. Como dirían las abuelas...."dichosa la rama que al tronco sale". Son familias en las que los niños nacen ya bajitos, hay antecedentes de talla baja en la familia (uno o dos padres con percentiles bajos), siguen curvas de crecimiento normales, y tienen una edad ósea correspondiente a la edad cronológica, y una exploración física y determinaciones hormonales normales.
  • El retraso constitucional del crecimiento: Son niños que tienen una talla normal al nacimiento, y que tienen en sus antecedentes familiares una madre que tuvo la menarquia tardíamente y/o un padre que hizo tarde el estirón puberal. El niño crece normalmente los primeros años de vida, sufriendo posteriormente un retraso que lo sitúa por debajo de la normalidad. Estos niños recuperarán los valores normales que les correspondían por su genética tras la pubertad, que será algo más tardía que en los niños de su clase. La edad ósea está retrasada a la cronológica y la exploración es normal. La talla adulta final será normal, aunque sí es cierto que cuanto más tardío es el estirón puberal éste es de menor intensidad, de forma que pueden resultar adultos un poco más bajos de lo esperado.
En algunos casos, se combinan talla baja y retraso constitucional del crecimiento y entonces se suman muchas de las características que he comentado y la preocupación se agudiza. 


La edad ósea es una determinación del crecimiento independientemente de las medidas externas que se consiguen al tallar a un niño. Traduce un fenómeno madurativo que se produce con el crecimiento cuando el tejido cartilaginoso (de crecimiento) se transforma en hueso. La edad ósea se estudia realizando una radiografía de la muñeca izquierda y la imagen se compara con la de unos atlas de imágenes que determinan la edad ósea. La edad ósea se compara con la edad cronológica y es un dato más para estimar el crecimiento potencial.  

1 comentario:

  1. Muy interesantes las entradas,Gracia, nuestros niños ya se saben el abecedario,y éstan super ilusionados por aprender a leer,pero,(al menos al mio le pasa)a la hora de la lectura con él,se me aburre muy pronto y se cansa enseguida,por consiguiente ni presta atención,ni lee bien, y me crea la duda de que si lo sabe o no.Me encantaria que me aconsejaras que hacer.A veces, no he querido agobiarlo y hemos dejado la lectura para otro momento,o bien hemos jugado con las tarjetas para formar palabras,pero se esta acostumbrando a ello y cuando le nombro el cuadernillo de lectura ya comienza a quejarse.
    También sé que va muy bien en el curso,pero ya no viene entusiasmado como al principio,es normal?
    Gracias por todo lo que haces con nuestros niños y por nosotros,saludos.

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